No escribir un libro que contenga todo lo no escrito, esa ha sido siempre mi intención:
la búsqueda de ese momento en que no puedas por menos de decirte a ti mismo “es imposible no escribir mejor”.

La mayoría de las acciones poéticas que esperan aquí detrás son distracciones para no escribir. No es fácil. Hay que ser muy valiente, por ejemplo, para ir de librería en librería preguntando por uno de los libros que no has escrito con la esperanza de que en una de ellas el librero te diga “un momento, aquí lo tiene”. Y tú puedas contestar “Envuélvalo para regalo, por favor”.